domingo, 8 de agosto de 2010

Afuera de la sabana, dentro de la mina.

José Benavides, fue durante muchos años, uno de los más emblemáticos reporteros gráficos de la ciudad de Bogotá. Por su pasión por el fútbol, en especial por el equipo cardenal, se ganó el sobre nombre de "José Santa Fe". Muy pocos son testigos de toda su trayectoria como reportero, la fotografía no es su profesión, es una extensión de su vida.

Desde pequeño deseó salir al mundo exterior. En Zipaquirá, su pueblo natal, conoció a un extranjero llamado Carl Flint. El gringo, como muchos le decían (realmente no era gringo, era inglés) se encontraba en Zipa porque estaba interesado en las minas de sal de la sabana. José tenía unos 13 años y trabajaba en la mina junto a su madre, quien se encargaba de la comida de los hombres que trabajaban dentro de la mina. Un día, Flint conoció a Clara, la madre de José, le preguntó por un guía que pudiera darle un recorrido por la mina, le explicó que él era geólogo y deseaba conocer la mina por dentro y hacer algunos estudios. Clara lo sacó sin pensarlo, sus jefes odiaban a los extranjeros y no soportaban que se estuvieran metiendo en asuntos que no les debían interesar. Flint no comprendía la razón por la que nadie deseaba ayudarlo. Ese día se marchó sin mayor esfuerzo, pero no descansó hasta poder entrar a la mina.

Todos los días, Flint se acercaba al puesto de Clara he intentaba convencerla y todos los días que iba, sacaba una cámara rolleicord y tomaba distintas fotografías. Muchos odiaban al gringo, pero él se dio cuenta que las personas se asombraban por su aparato, así que empezó a llevarlo más seguido para poder conseguir a alguien que lo metiera en la mina. Inclusive, habló con los jefes y les explicó el proyecto turístico que pretendía hacer en la mina, sin embargo, nadie lo quiso ayudar. El único que se sentía completamente asombrado por la cámara y deseaba tenerla, era José.

Una fría mañana de la sabana, José salió con la cubeta, el saco y los guantes para ordeñar a Penélope, su vaca. Sin embargo, no la ordeñó. Apenas salió de su casa, dejó las cosas tiradas y se fue hasta la casa en la que se estaba quedando Flint. El pequeño se metió a la habitación del extranjero e intentó tomar la cámara que se encontraba encima de la mesa de noche, se quedó asombrado por su peso, su olor esmaltado y su color negro absorbente en el que se diluía su mirada. -Ahora si me voy- pensó el pequeño José, cuando giró su cuerpo hacia la puerta tenía una navaja militar en el cuello. Flint le preguntó muy enojado que era lo que deseaba con su cámara, José no le respondió absolutamente anda y después de unos minutos Flint bajó la navaja. Le dijo que si quería aprender a usar la cámara, José asintió la cabeza, pero aún sin decirle una sola palabra.

Toda la mañana estuvieron tomando fotografías en la finca de José, al llegar el medio día, el niño le pidió a su madre que invitara a almorzar al extranjero. Durante la comida no se hizo más que hablar de la cámara y lo asombroso que era. Flint le preguntó a Clara si deseaba aprender a tomar fotografías, finalmente accedió y le tomó una fotografía a su hijo junto a Flint en un campo de su finca. A Alfredo, el esposo de Clara, le irritaba la presencia del sujeto y no fue asistente ni del almuerzo, ni de la toma de fotografías.

Al caer la tarde, Flint se sentó junto a José y le empezó a preguntar, él por supuesto seguía muy tímido, además que no le comprendía muy bien al sujeto.

- ¡ Hey kid! -
( silencio absoluto del niño)
- Tienes tú un gran interés por la rollei, ¿no es así? -
- Si señor, ¿Para qué le digo que no? Daría lo que fuera por una cosa de esas-
- Pues kid, hoy ser un día muy especial for you-
- si ya lo ha sido señor, todo el día he tenido ese aparato en mis manos-
- Sabes qué... te regalo la cámara kid-
- ¿Enserio?-
- Yes, pero tu tienes que primero hacer algo para mi ¿ok?-
( silencio absoluto del niño)
- Dame un recorrido en la mina-

Una dualidad muy grande para un niño de 13 años. José finalmente accedió, pero todo fue a escondidas. Esperaron un domingo en el que no trabajara nadie y en la madrugada se insertaron en la mina. Al pequeño, le temblaban hasta los huesos, estaba muerto de miedo y Flint no hacia más que tomar muestras con un cincel. Un último golpe y José escuchó que retumbó toda la mina, le dijo al extranjero que se marcharan, pero él hizo caso omiso al niño; quien salió despavorido apenas oyó que una bandada de piedras se venían encima de ellos. José logró montarse en un carro que conducida por medio de un riel, pero la salida estaba siendo tapada por rocas, así que le tocó devolverse y salir por la parte trasera de la mina en la que había un pequeño agujero creado para oxigenar la mina. José tuvo muchos problemas cuando todo el mundo se enteró de lo que él había hecho, pero no tuvo más remedio que enfrentar sus errores. Por otro lado, nunca se volvió a saber nada de Flint, ni encontraron el cuerpo ni rastros de nada y gracias a ello nunca los mineros se volvieron a meter por los caminos en los que estuvo el extranjero.

José obtuvo su castigo, pero al mismo tiempo se quedó con la recompensa que le había dado el gringo y con el tiempo desarrolló una claustrofobia generalizada a la oscuridad, que entorpecería su carrera como reportero y fotógrafo. Años de terapias intrapersonales y de muchas recaídas llevaron, incoherentemente, a José Santa Fe a resguardarse de su fobia en el cuarto oscuro donde revelaba sus fotos.









1 comentarios:

azulquitapenas dijo...

Hay varios aspectos que necesitamos hablar, la verosimilitud, por ejemplo. Revisa bien, hay unos cuantos errores ortográficos, pero lo más importante es mirar el giro que le has dado a la historia con el pasado de José.

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