jueves, 4 de noviembre de 2010

La desilusión de un falso héroe, un descanso eterno.

José Ignacio atravesaba un momento crítico en su carrera, había pasado de ser uno de lo mejores reporteros gráficos del país a ser un simple fotógrafo más. Las fotos de deportes eran más interesantes con herramientas digitales y sus técnicas ya no impresionaban tanto como antes, ahora descrestan más los lcd, las memorias y todo tipo de herramientas modernas. El jefe de José Ignacio le tenía mucho apreció así que en vez de despedirlo, lo mando a unas vacaciones en las que José Santa Fe debía hacer un reportaje, José se iba para Buenos Aires a buscar una entrevista con Maradona, al jefe no le importaba la entrevista, sólo le importaba que José descansara y se sintiera más tranquilo. De esta manera, José emprendió su viaje hacía la capital de Argentina, en esta ciudad esperaba poder conseguir la entrevista, José iba de ánimo muy bajo porque presentía lo que su jefe estaba haciendo con él, sin embargo viajar a Argentina no era de todos los días.

José Ignacio llegó a Buenos Aires e inmediatamente por medio de un noticiero local, se enteró que un importante político y líder de opinión Argentino se había muerto. Como era de esperarse, al entierro iban a asistir importantes figuras nacionales, entre ellos se encontraba Maradona. José observó la noticia, se fue directo a la habitación de su hotel, se cambió, alistó su cámara y se fue al cementerio "descanso eterno". El cementerio estaba muy lleno, periodistas y gente del común por todos lados, José se las ingenió para saltar el anillo de seguridad que había dentro del cementerio justo ese día en que se estaba enterrando a un líder político y de opinión.

José llegó hasta donde se encontraba todos los actores, presentadores, políticos, personajes influyentes en la farándula nacional, por supuesto allí se encontraba Maradona, José no podía creer que el primer día en que llegó a Argentina tuviera a oportunidad de cumplir su objetivo que era entrevistar a Maradona, uno de los mejores jugadores de fútbol en todo el mundo, justo frente a él. Sin embargo no fue tan fácil, José empezó a comentarle al astro lo que necesitaba, él entendía que estaba en un momento de dolor y eso lo respetaba por eso lo único que le estaba pidiendo era un número en donde José pudiera hacer alguna cita con él y en ese momento hacer la entrevista y tomar algunas fotos. Maradona no le respondió absolutamente nada, José Ignacio quiso tomar un par de fotos y en ese momento el astro le agarró su cámara y le preguntó por qué no respetaba el dolor ajeno, inmediatamente, la seguridad del anillo de seguridad se encargó que José Ignacio se fuera de ese sitio.

José con mucha rabia siguió caminando dentro del mismo cementerio y quiso tomar fotos para él y sentir que se desahogaba un poco. De repente, observó que en el fondo del cementerio había una mujer llorando desconsolada frente a la tumba de alguien. José quiso ir a indagar sin que la mujer se percatara de su presencia. El rollo se acabó y José Ignacio lo cambió lentamente, depronto se le resbaló y se fue rodando hasta los pies de la mujer. La mujer se dio cuenta que José le estaba tomando fotos y él por su parte se pusó muy nervioso, tal vez por lo que ya le había pasado anteriormente.

-Señorita, discúlpeme, que pena con usted. Yo no quiera perturbarla, ni pasar por encima de su dolor- Prosiguió José Ignacio sin dejarla decir nada -Me imagino que debe estar en una situación muy delicada. Yo creo que es mejor que yo la deje sola. Le doy el rollo,sólo tomé un par de fotos suyas. De nuevo me disculpo-

-No se preocupe, pero dígame ¿qué hace aquí?- 

-¿Yo? La verdad no sé muy bien- 

-¿Por qué lo dice?- 

-Venía a realizar un trabajo, pero no pude concretar nada-

-Así que empecé a recorrer el cementerio a ver que podía encontrar-

-¿Y qué clase de trabajo? ¿Por qué en un cementerio?- 

-Señorita usted ¿si se encuentra bien?  Me da pena con usted... semejante dolor y yo contándole por qué estoy acá.-

-La verdad es que estoy muy triste, mi tía murió y no estuve aquí para despedirme de ella, pero dígame ¿qué hace aquí?- 

-Vine a hacer un reportaje sobre Maradona y aproveché la muerte del político éste para poder encontrarlo y concretar algo personalmente- 

-Acaso ¿es usted periodista?-

-¿Periodista?- 

-Sí- 
 
-Yo me considero un guerrero... no un simple periodista. Pero si hablamos de profesiones soy reportero gráfico-
 
-Qué pena. No quise ofenderlo. Y ya que no pudo realizar su reportaje, ¿qué más lo detiene en Buenos Aires? Acaso ¿va a seguir intentándolo?-

-Bueno la verdad es que tengo mucho tiempo y mi jefe me mando también a descansar. En estos momentos no quiero hacerlo, Maradona ha sido uno de mis ídolos y hoy me desilusionó-

-Lo entiendo. Pero a veces en la vida uno tiene que luchar para conseguir lo que quiere-

-Sí, es verdad, pero últimamente mis trabajos los han subvalorado- 

-Llevamos un tiempo hablando y aún no me dice su nombre- 

-Me llamo José Ignacio Benavides. Mucho gusto ¿Cómo es su nombre?-

-Mucho gusto, mi nombre en Bianca- 

-Bianca... si me permite preguntar ¿Qué hace una mujer tan bella como usted sola en lugar como este? Me parece inapropiado y nostálgico verla aquí sola-

-Ayer me llamaron a anunciarme sobre la muerte de mi tía, ella fue como una madre para mí, me vine de inmediato para Buenos Aires pero fue tan rápido todo que mi esposo no me pudo acompañar. Estoy muy triste y me siento muy sola. 

-La entiendo. La muerte de un ser querido es la peor tragedia que puede sentir una persona- 

-Y aun más cuando ese ser querido era la persona más importante en mi vida, era mi apoyo, mi amiga.La voy a extrañar mucho-

-Claro, y ¿de qué murió su tía?-

-Murió de cáncer. Me lo dijo su abogado. Ella no quiso que yo me enterara. José Ignacio me disculpara mi atrevimiento y confianza, pero si no tiene nada más que hacer en este lugar lo invito a que nos tomemos una taza de café. Conozco un buen lugar, y así podemos hablar y quizá nos sintamos mejor- 

-No es atrevido, no se preocupe. Ahora, creo que es necesario que yo la invite por tanta molestia. Eso sí le pido el favor que sea usted mi guía ya que es mi primer día en Buenos Aires-

-Por supuesto. Permítame unos segundos me despido de mi tía y vamos al lugar del que le hable, es un lugar tranquilo y sirven el mejor café de todo Buenos Aires-

-Claro que sí, la dejo para que despida de su tía, la espero en aquel muro- 

-De acuerdo. Gracias-


José Ignacio se fue a tomar un café con Bianca, a contarse un poco más de sus vidas y la razón de que dos apasionados terminaran al mismo tiempo en un cementerio totalmente perturbados.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Un join, una foto, un viejo y un problema

José Ignacio salió del sitio en donde se encontraba, un pasillo con puros cuartos. La resaca y la desesperación no lo dejaban estar tranquilo. Al momento de salir, se ubicó, Torre de Cali, avenida del rio... se encontraba en "eventos", el mismo sitio de la noche pasada. En donde había conocido a Edna y en el mismo que la había visto durmiendo con un hombre.

José agarró el primer taxi y se fue para el hostal en el que se quedaba, cerca a la plaza de Caicedo. José Ignacio entró como pudo en el cuarto y se quedó profundo, no es fácil aguantarse, una resaca y mucho menos a esa edad. Los días pasaron y José Ignacio no salía del cuarto, nadie preguntaba por él y nadie se percataba que algo le pasaba ahí dentro. José era un desconocido en esta ciudad, además que ya había pagado una semana y media por anticipado en el hostal, así que los dueños no se preocupaban por él.

Después de tres días y medio, José Ignacio salió del cuarto. Ahí estaba, intacto, vivo y con energía. Decidió dirigirse a buscar una nueva historia, sabía que un punto muy estratégico era el parque de "el gringo". No sabía si iba a encontrar algo relacionado con drogas, o algo aún mucho mejor.

Al frente del parque de "el gringo" hay una tienda de aluminio. En este lugar fue que José se quedó pescando, buscado el personaje indicado de su historia, el personaje con el que iba a dejar impresionado a Bernardo. Muchas horas pasaron, unas cuantas cervezas y ya eran las 7 de la noche, el sol ya se había marchado y José Ignacio estaba resignado a irse, una vez más sin nada entre sus manos y luz dentro de su cámara.

De repente, unos tipos se acercaron al gringo, eran 4 jóvenes, pero desde lejos se notaba que había uno de ellos que no estaba muy cómodo en el lugar. José se quedo quieto, mientras intentaba desarrollar una estrategia dentro de su mente para no dañar, la única posible historia del día. José identificaba al gringo, sabía cual era el diler de ese parque, sin embargo, no pasaba nada, estos personajes no hacían nada más que hablar y hablar.

José se levantó y fue hasta el lugar, a medida que se iba acercando, su mente se fue acelerando, no podía creer los nervios que sentía por unos simples jóvenes adictos, definitivamente la falta de práctica lo había vuelto débil. Cuando estaba llegando, uno de ellos prendió el bareto, ese momento que José estaba esperando, se acerco al gringo con buena actitud. -¿Usted es el gringo. cierto?- le preguntó José Ignacio. Ellos guardaron silencio, uno de ellos se agarró la cintura agarrando algo que tenía en el pantalón, un puñal o tal vez una pistola, quién sabe. De un momento a otro, el tipo se enojó y empezó a ofender a José Ignacio. José sin embargo, no decía nada, sabía que la cabeza fría iba a asegurar su bienestar. Uno de los otros lo intentó parar al tipo agresivo

-!Luchin! ¿Qué estas haciendo?-
-Relajate Samir, que yo no voy a dejar que este cucho nos caliente el parche-

Inmediatamente el gringo tomó la bosería, puso su mano sobre el abdomen de José Ignacio y le pregunto qué era lo que deseaba, le aclaró que si lo que buscaba eran problemas, podía encontrar y muchos. José se calmó un poco y le afirmó que no deseaba problemas, que lo único que deseaba era comprar un poco de lo que él vendía. Al principio, el gringo no sentía mucha confianza hacía él, sin embargo, cuando José Ignacio le nombró a Edna las cosas cambiaron.

-Hubieras dicho antes, !güevón!-Le gritó el gringo.

José Ignacio se quedó junto a ellos fumando, al principio estaba callado. Con el paso de los minutos empezó a hablar más con ellos, les contó que no era de Cali, que era de Zipaquirá, que tenía un laboratorio de fotografía y que estaba en la capital del Valle porque pretendía conocer el país, aprovechando los pocos años que le quedaban de vida. En ningún momento les mencionó el reto de Bernardo, ni la idea que tenía con ellos. José empezó a detallar el físico de los jóvenes y se dio cuenta que un rostro se le hacía muy familiar, pero dónde lo había visto. Siguieron hablando y riéndose a carcajadas. La marihuana se acabó y los jóvenes se fueron del parque, José Ignacio se fue caminando hacia la calle 14, una de las principales calles de la ciudad, en la que esperó el taxi que lo llevó hasta su hostal, mientras caminaba se acordó en donde había visto a aquel tipo, a Samir lo había visto anteriormente en eventos.

Los días pasaban y José seguía frecuentando el parque, habían días en que ellos no iban así que perdió mucho tiempo, sin embargo ganó mucha confianza hacia ellos. Le confesaron que si iban donde las "tías" como las llamaban ellos. Le confesaban muchas cosas y José se convirtió en el abuelo del parche.

Un día José llevó su cámara para hacer el primer experimento con los jóvenes, se posó detrás de unos arboles que los camuflarían, ahí se encontraban Mathe, Samir, el Gringo y faltaba Luchin. Pero prefirió no esperarlo y comenzar de una su sesión. Habían transcurrido unos cuantos minutos, cuando Luchin tocó el hombro de José Ignacio y le pregunto qué era lo que estaba haciendo. Luchin lo siguió atacando a preguntas y llamó a los demás para que vieran la traición que les estaba haciendo el viejo. Todos lo atacaron a preguntas y él no sabía que hacer, les dijo que él debía hacer un reportaje y que debía tomar muchas fotos relacionadas con la ciudad, pero que no iban a salir sus identidades. Luchin, como siempre desconfió de José y le sacó un puñal, con sus ojos rojos lo apuñaló en el abdomen. José mientras caía recordaba un día que habló amenamente con Samir.

Samir se encontraba detrás de José Ignacio y fue el primero que lo recibió en su caída. En ese momento llegó la policía. Todos, en especial Luchin se asustaron al sentir a la policía cerca y se fueron corriendo. Samir quedó pasmado con el cuerpo y fue el único que se quedó en lugar y por consecuencia, el único implicado.

Samir fue condenado intento de homicidio. La siguiente vez que José abrió los ojos fue en el hospital universitario del Valle, le dieron de alta en un par de semanas, José revisó sus cosas, su fotos y seleccionó una de las fotos que tomó en el momento del conflicto con Samir y sus amigos, se devolvió a la capital.

martes, 2 de noviembre de 2010

Un extenso viaje, un extenso anhelo... Edna y "el Gringo"

Dos segundos fueron suficientes para tomar mi decisión, después de haber visto la placa que tenía Bernardo me acorde de todo lo que viví en el ejercito. A pesar que estoy muy viejo, creo que emprender un viaje en estos momentos de mi vida, rompería la monotonía por la que estoy atravesando.

José Ignacio quedó muy intrigado después que Bernardo lo retó, hace mucho tiempo que José no hacía reportería. La última vez que lo intentó fue en Argentina y se llevó una gran desilusión, José se sentía muy confundido, prendió el televisor y vio a Carolina Montealegre, una presentadora veterana que se encontraba en Cali, cubriendo un evento de moda en la capital del Valle. Una mujer por la que José delira y estaría dispuesto a dar su vida por ella-¡mamasita!-exclamó José Ignacio. Haberla visto en televisión fue un impulso para José, a partir de ese momento decidió emprender su viaje hacia Cali.

Dos días en la sucursal del cielo y nada que decir. Una ciudad muy aburrida, una ciudad muy diferente a la que se pinta en televisión y los medios. José estaba muy cansado de tanto caminar y de no encontrar nada interesante. Se encontraba caminando cerca del hotel Torre de Cali, de un momento a otro vio una casa de dos pisos, color verde y con cenefas blancas, alzó la mirada y observó un pequeño aviso "Eventos", -un sitio tal vez de dudosa reputación-pensó José Ignacio. Sin embargo, estaba muy cansado y podría encontrar una historia interesante en ese lugar, una camioneta con los vidrios polarizados llegó al lugar, el vidrio del pasajero bajó repentinamente y José vio la cara de Carolina Montealegre, ¿Qué hacia ella en ese lugar? Eso no importó, la tenía demasiado cerca y José no iba a desperdiciar esta oportunidad, tal vez fuese un delirio, tal vez no, sin embargo todo el viaje que había emprendido José Ignacio fue por presentimientos. José entró en el lugar, en la entrada de luz roja, un hombre negro de seguridad miró muy extraño a José Ignacio, pero el siguió. Todos miraban a José como un bicho raro, no erar normal ver a un viejo en un lugar como este. Superficialmente, José era visto como un viejo verde más de los que hay en esta ciudad, pero en el fondo Josñe Ignacio tenía una historia a desarrollar, una historia que el mismo debía terminar y tal vez una mujer que volver a ver, una mujer que desde hace mucho tiempo añoraba volver a ver.

Había mujeres por todo lado, de toda clase, negras, mulatas, blancas, pelirojas, altas, bajitas, sin ropa, con poca ropa, bailando alrededor de una mesas. En una mesa en particular se encontraba una mujer idéntica a Carolina en su juventud. José sintió que era joven de nuevo, se levantó de su mesa y fue a tocar a la mujer. Posó su mano sobre el hombro de la mujer.

-¿Carolina?-
-¿Perdón?-

Repentinamente todo se derrumbó, aquella mujer no se parecía en nada a Carolina de frente. José empezó a sospechar de su mentalidad.

-Discúlpeme, la confundí con alguien-
-¡Ja! Mira este cucho verde, yo no soy puta si es lo que quiere saber, mucho gusto me llamo Edna-
-José Ignacio, que pena con usted... no me in-
-No se preocupe, no es el primero-Interrumpió a José Ignacio-¿Quiere sentarse con nosotros?-

Edna se encontraba con sólo hombres y ellos no vieron problema en que un viejito se sentara con ellos. Edna era una mujer muy coqueta con todos, pero sólo bailaba con un tipo, Samuel. Bailaron reggeaton, bachata, salsa, tal vez no eran pareja; pero había un deseo incontrolable entre ellos dos.

Unos minutos después los jóvenes se estaban llendo y lo invitaron. Iban a donde "el Gringo", José no sabia porque aceptó ir a dar una vuelta con ellos, pero sentía que todas las veces que veía a Carolina eran juegos de su mente.

Los hombres no tenía ni la más mínima idea de para dónde iban, la única que sabía con certeza a dónde se dirigían era Edna, todas las indicaciones las daba ella y por supuesto José no se encontraba perdido. Llegaron a un parque oscuro en el que habían otros carros alrededor, apagaron las luces.

-Men, ¿dónde anda el gringo?- Le preguntó Edna a unos hombres que estaban debajo de un árbol.
Ellos guardaron silencio durante un momento, después uno de ellos se levantó y chifló.
-¡Hey Chaval, llamate al gringo!-
-Que vengan pa' ca- Repondió el Chaval gritando.

Edna le dijo a ellos que la acompañaran, iban a dejar a José sólo en el carro, pero Samuel les dijo que prefería quedarse y no dejar al cucho en el carro. José Ignacio sentía mucha intriga, él sabía que era lo que estos jóvenes iban a hacer, pero por fin pasaba algo fuera de la rumba en esta ciudad. Empezó a preguntarle cosas a Samuel, la ubicación del parque, él sabía que este iba a ser un punto estratégico para encontrar alguna historia para el reto con Bernardo. Samuel fue soltando poco a poco con el viejo. Hay un espacio de silencio mientras Edna está en el parque con los demás.


Samuel y ¿ por qué no vas con ellos?-le pregunta José Ignacio -yo me puedo quedar aca en el carro sólo-
-no, fresco-responde Samuel
-¿o es que acaso no le agrada lo que ellos estan haciendo?
-pues, la verdad... nunca he estado metido en esos cuentos... y prefiero esperar aqui-
-pero de todas formas estabas en eventos, ir a un lugar como este dice mucho de una persona ¿ le parece?
-jajajaja tal vez si, pero aunque no lo crea, es la primera vez que voy allá, Edna me llevó-
-y ¿dónde la cociste a ella?-
-en una discoteca, a la que si voy mucho-
-entiendo, pero ¿ella es su novia ?, porque en la forma que bailaban se ve mucha química-
-no, de hecho esta es la segunda vez que salgo con ella, pero ella tiene algo...
-pero... ¿no le interesa nada serio con Edna?-
-la verdad... no, acabo de salir de una relación y espero recuperar a la mujer que perdí, pero es bastante complicado y Edna al menos me alegra el día-
-cuidado... emmm ¿cómo es que es su nombre?-
-Samuel-
-Samuel... cuidado que hacer esas cosas despechado es un arma de doble filo, o es que usted quiere olvidar completamente esta mujer-
-no... pero no se que más hacer. si me quedo en mi casa sólo, me enloquezco--Samuel... yo no lo conozco mucho, permítame decirle que la naturaleza del hombre es sexual... pero hay una mejor sensación y es cuando un hombre conoce a la mujer que le brinda todo su amor... usted cree q Edna es una mujer que usted pueda amar-
-pues normalmente diria que no, pero teniendo en cuenta la posicion en que me encuentro no se...tal vez si sea verdad que "un clavo saca otro clavo"-
-Samuel usted no me ha preguntado... pero ¿usted cree que a mi edad yo no he experimentado ese tipo de sensaciones?, claro que si y le digo una cosa... dejar ir a la mujer que yo ame es el peor error que pude haber cometido, de ella sólo tengo unas fotos como recuerdo y mi mente anhela cada día volver a sentir su piel, ver sus ojos y besar sus labios-
-yo se lo que es eso, en este momento siento lo mismo que usted, y a veces hasta me asusta eso, a veces creo que me estoy volviendo loco-
-sabe que es lo que más me da remordimiento...
-¿qué?-
-que vivir tanto años con esa locura que usted está entiendo es horrible-
-me permite darle un consejo...
-claro...-
-no deje a la mujer q ame por esos momentos de placer, porque el amor da más placer y para toda la vida-
-si, usted tiene razon...
-como hombre que soy le puedo asegurar que Edna es una mujer hermosa pero tal vez no es la mujer para usted.


Después de un rato, volvieron los demás. Trajeron tres baretos, ademas de los que se habían fumado por allá.

-¿Por qué se demoraron tanto?-Preguntó Samuel.
-Tranquilo mi amor que aquí está lo suyo- Le respondió Edna, sirviendo una copa de aguardiente en su boca y poniéndola sobre la de él.

Cerraron las ventanas, prendieron la marihuana y se tomaron todo el licor que había, una botella de aguardiente, doce latas de cerveza y dos cajas de vino. Al otro día, en la casa de Edna, se despertó José Ignacio y lo único que deseaba era no haber tomado tanto, él ya no estaba para estos trotes. Sin embargo, le había gustado la experiencia. No se hallaba en el lugar que estaba, abrió una puerta, vio la cara de Edna y pensó en que el hombre con el que ella estaba acostada sería Samuel, pero no fue así ella estaba junto a Augusto, otro de los hombres de la noche anterior.

jueves, 21 de octubre de 2010

Anhelo dentro de la oscuridad

José Ignacio abrió la puerta de su casa, subió las escaleras y encontró un cuadro desagradable. Toda la casa estaba patas arriba, los muebles estaban rotos, las gavetas de la cocina estaban por fuera, los platos rotos, había basura por todas partes, vidrios, rotos; en su cuarto la ropa estaba fuera tirada en el piso, rota. Toda la casa había sido profanada, pero extrañamente no se llevaron nada. Quién podría ser el autor de este acto, tal vez una persona que odiaba a José Ignacio, pero quién. José se quedó pasmado por un instante y recordó que se le había olvidado revisar el laboratorio, estaba peor que toda la casa, los químicos estaban en el suelo, habían esquirlas de vidrio por todo el lugar, José Ignacio se fijó en un pequeño mural que él tenía con algunas de sus mejores fotos y descubrió que las fotos de Carolina Motealegre no estaban. 

Durante mucho tiempo José la había visto delante de una pantalla, presentando noticias o programas de televisión. La había escuchado a través de unos parlantes en la radio. Pero jamás la volvió a ver, anheló durante mucho tiempo volverla a ver, pero los dos pertenecían a diferentes contextos y para él era innecesario buscar lo que no se le había perdido.

Lo que se decía por ahí era que Carolina era la mujer de uno de los más duros narcotraficantes del país, pero nunca se le comprobó. Después de la muerte de Guillermo Montealegre, un importante político, fue que sucedió la profanación de la casa de José Ignacio. Varias semanas estuvo él pensando en lo sucedido hasta que se destapó todo. El autor de la profanación había sido el Pete, el esposo de Carolina. Cuando murió su padre, ella lo dejó y las cosas empeoraron, él publicó las fotos que José Ignacio tenia en su mural, en las que ella se encontraba totalmente desnuda. Por supuesto, esto fue el fin de su intachable carrera. En venganza, Carolina le dio a las autoridades datos necesarios para capturarlo. Unos días después de que esto, Carolina amaneció muerta en un apartamento en el norte de Bogotá que había sido alquilado por un mes. 
 
Int. Cuarto Oscuro. Día

Una puerta rechina en la oscuridad, un dedo se desliza sobre el switch de la luz, se prende una luz roja. José Ignacio, 20, tez blanca arrugada, barba blanca pronunciada, ojos cafés, lentes redondos con marco negro, estatura media. Agarra un papel fotográfico que se encuentra sobre un mesón lleno de vasijas, tarros de plástico y una caja de herramientas. Sobre el mesón se encuentran tres bandejas plásticas llenas de líquidos, José sumerge el papel dentro de la primera bandeja. La cara de una mujer se va revelando sobre el papel, a través del líquido se ve la desnudez de la mujer, se revelan sus caderas pronunciadas, unas piernas largas y contorneadas y unos pechos pequeños y firmes. José termina de revelar la fotografía y la cuelga en una cuerda del mismo cuarto sobre la que se encuentra diez fotos con la misma mujer.

José Ignacio se acerca al mesón en donde tiene un libro al lado de sus herramientas, abre la llave del agua y se sirve un vaso, agarra un cenicero metálico, se aleja un poco de sus herramientas y los químicos, agarra una caja de fósforos, enciende un cigarrillo, se sienta en un pequeño butaco, acomoda el cenicero metálico sobre su pierna izquierda, abre el libro y busca cuidadosamente, pasando su dedo pulgar sigilosamente hasta encontrar la página 256.

José apaga un cigarrillo en el cenicero metálico, en el que se encuentran cinco colillas de otros cigarros. Mira su libro, página 289, lo separa doblando una pestaña en la hoja de la página 257 y lo cierra. Se pone de pie y va hacia la cuerda que contiene las diez fotos. Saca un tarro grande metálico que está debajo del mesón, en éste introduce las fotografías que observa lentamente una a una, abre un cajón en el que están los rollos y los introduce en el tarro. Agarra gasolina y moja el contenido del tarro con la gasolina.

José agarra la caja de fósforos, una lágrima se desliza sobre su mejilla y cae encima de las fotografías, un fósforo encendido cae encima de las fotografías y arden bajo el fuego.

José apaga la luz roja y sale del cuarto y deja la puerta abierta, mientras las fotografías se consumen por el fuego, camina hacia la cocina y en el trayecto del cuarto a la cocina le da un infarto fulminante que lo deja tirado en el suelo. Dos días después, Bernardo lo busca y se entera que José Ignacio Benavides ha muerto.

viernes, 24 de septiembre de 2010

un negativo, una flor, una noche... muchas fotos

Un año muy complicado fue el que vivió José Ignacio en el 59, por un lado había estado en el ejercito, con todas las incomodidades y humillaciones que esto podía llevar. Él siempre ha sido una persona irreverente, que no le gustan las órdenes y mucho menos a la brava. Sin embargo, durante su estancia en las fuerzas armadas colombianas le tocó asumir un rol que no estaba acostumbrado a tener y fue allí donde aprendió que la única forma de combatir la violencia es sin más violencia y cuando se dio cuenta de esto, supo que su destino no era en la vida militar. Por el contrario, su destino se encontraba en la capital.

Faltaban unos cuantos meses para que se cumpliera el tiempo en el que José terminara su servicio militar, esos meses los tuvo que vivir en Río Negro, haciendo guardia dentro del centro urbano para cualquier ataque que pudiera tener el pueblo de los grupos insurgentes.

Allí fue donde conoció a Carolina, una mujer muy hermosa, curvas pronunciadas, alta, ojos claros, cabello oscuro y una boca despampanante. José la veía sólo los fines de semana, ella era novia de un capo del pueblo, Pete. Ella estudiaba en la capital y estaba con Pete solo porque su padre se lo pedía, por conveniencia. Ella no lo quería ni un poco, pero debía estar con él porque su padre era apoyado por Pete financieramente para mantener una carrera política en Río Negro.

Pete tenía tan controlada su situación en el pueblo que hasta manejaba a la fuerza pública a su antojo, así que se encargo que Carolina y su padre tuvieran protección por la oleadas de violencia que se vivían en el pueblo. José sentía escalofríos cada vez que ella le pasaba por el frente o cada vez que lo saludaba y mientras el más buscaba hablarle, ella le era más indiferente. Todo fue de esa manera, hasta que una vez José Ignacio vio a Carolina intentando obturar la cámara a velocidades muy lentas, así que José se tomó el atrevimiento de ayudarle con eso. Ella se hubiera imaginado cualquier cosa, menos que su propio guardaespaldas tomaba mejores fotografías que ella. Por este detalle, Carolina cambió radicalmente con él, pero no se daba cuenta que lo que pasaba era que José se estaba enamorando de ella.

Carolina pudo armar un pequeño cuarto oscuro en el que revelaba sus fotos, le enseñó a José Ignacio lo único que él no sabía, el revelado de una película fotográfica. José sabia que ese tiempo junto a Carolina no le iba a durar mucho y como sus sentimientos estaban cambiando decidió expresarselo a ella. En un principio, pensó que sería algo imposible. Sin embargo, con el pasar de unas cuantas palabras y unas sonrisas entre ellos, José se dio cuenta que los ojos de Carolina le decían algo. Finalmente, decidió no dar un paso atrás y expresarles sus sentimientos a la hermosa mujer. Aprovechó un momento en el cuarto oscuro y mientras le señalaba un encuadre de un negativo se fue acercando muy lentamente hasta que sus labios se rozaron. Carolina se estremeció, pero se fue del cuarto sin decirle nada a José y dejándolo con el negativo en la mano.
Después de un tiempo, en una noche solitaria, Carolina se apareció con una bata puesta y su cámara en la mano. Le dijo a José que quería unas fotos de ella, él asintió su cabeza y ella le explicó que deseaba que fueran desnudos; se quitó la ropa e Ignacio en un gesto de mucha caballerosidad intentó contener sus impulsos y deseos sexuales con el espectáculo de mujer que estaba viendo en frente de él. La noche fue muy larga, casi eterna. Eterna por el placer que tuvo José de estar junto a Carolina en cuerpo y alma, una noche que marcó su vida y dio un giro inesperado de lo que él creía que era el amor.


La mañana siguiente, José despertó y una rosa roja estaba junto a él, la guardó en su maleta junto a los rollos que usó la noche anterior. Carolina se había ido para la capital y José terminó su ciclo en Río Negro. Posteriormente, terminó su servició militar y de esa noche sólo quedaron los recuerdos.

Recuerdos que pensó que nunca volverían. Sin embargo, 29 años después volvieron. Carolina Montealegre, se volvió una diva. Presentadora, modelo y en la madures de su carrera se lanzó como empresaria. Carolina se convirtió en un personaje muy importante de la clase alta nacional. Tuvo muchos problemas durante su carrera, por ser esposa de un delincuente como Pete y cuando se murió su padre ella decidió abandonar a este sujeto. Pete, por su parte, estaba obsesionado con Carolina y como él sabía que los más importante para ella era su carrera, le reveló a la prensa las fotos que José tomó aquel día en que los dos experimentaron frente a la cámara.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Un reto muy difícil de rechazar

Bernardo, así se llama el joven de la plaza. Al siguiente día se encontraba en frente de la casa de José Ignacio, llevó su computador portátil en el que traía todas sus fotos, tocó la puerta y José le abrió.

-Bien pueda siga, joven-
-Gracias-
-No me esperaba verlo tan rápido por acá-
-Ya ve, en mi pc tengo muchas de mis mejores fotos-Pronunció Bernardo mientras abría su portátil.
-No se moleste... emmm-
-Bernardo-
-Bernardo, no se moleste, déjeme yo le muestro primero mi fotografía-
-Esta bien-

José Ignacio abrió un cajón de su escritorio y saco una foto muy empolvada y vieja. Le dijo al joven, mientras algunos niños pertenecientes a la burguesía nacional estaban en el jardín infantil, jugando con los muñecos que les traía el niño Dios, yo me encontraba jugando a las escondidas, me escondía de la muerte, de los guerrilleros que le apuntaban con sus armas a la gente de mi pueblo. Mi infancia estuvo marcada por una de las épocas más trágicas de este país, un tiempo en el que se respiraba plomo, dolor, muertes y sufrimiento. Por eso estuve en el ejército, porque quería de alguna forma vengarme de todos esos malditos, que me alejaron de mi tierrita y mataron a mi padre.

Después de mucho tiempo, me pude dar cuenta que la solución no era darles de su propia medicina. Durante mucho tiempo estuve intentando convertirme en periodista, quería ser uno de esos que denuncia todo tipo de atrocidades, que se meten hasta en los más recónditos y selváticos lugares, todo para que las personas del común, la opinión pública sepa lo que pasa con la violencia. Por ese paso, fui fotógrafo de deportes y me empezó a gustar el fútbol gracias a esta bella labor.


Gracias a la fotografía pude seguir escalando y nunca perdí mi norte, hasta que empecé a ver demasiados billetes, que lastima no haber llegado a donde quería, pero la avaricia me cegó y cuando lo deseaba enmendar, era muy tarde y mas bien me fue como mal. Lo peor que pude haber hecho fue meterme con esos bastardos, los políticos no se cansan de robar al pueblo y por tapar sus fechorías, son capaces de pasar por encima de quien sea, así se justifique arrebatar la vida de un inocente.

Por eso te digo muchacho, un buen fotógrafo no es el que hace una foto con velocidad baja o alta, el que usa bien la luz, el que hace una muy buena fotografía o el que la encuadra bien. Un buen fotógrafo es el que se sabe ubicar en el momento exacto de la escena, un buen fotógrafo es el que toma una fotografía y nunca volverá a ser igual y sobre todo es el que con sus fotos transmite exactamente lo que se le estaba pasando por la cabeza cuando tomó la fotografía.

Esta es una foto de una víctima de la violencia, está fea y desgastada. Yo no soy de los que coleccionan las fotos. Pero más allá de eso, es una foto que tomé cuando era niño y en ella se puede ver el temor que tenía de morir y ese temor superó todos la escases de conceptos fotográficos que tenía en ese momento.

Bernardo quedó congelado con lo que le había contado José Ignacio, sin embargo, el no se resignaba a ser tan malo. Así que le propuso un trato, los dos debían emprender un viaje por separado y vivir una aventura que se pudiera registrar por medio de una fotografía. José pensaba que el estaba muy viejo para ese tipo de proposiciones, así fueran muy tentadoras, pero cambió de decisión al ver que Bernardo tenía una placa militar que colgaba sobre su cuello. En un mes se encontrarían de nuevo en Bogotá para decidir de quién es la mejor fotografía. El marcador iba 1-0, a favor de José Santa Fe.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Discutiendo de fotografía, de vidas y también de energías



-No le parece que la fotografía le roba energía a las personas-
-¿ disculpe?-
-Si, me he fijado durante algún tiempo en usted. Muchas veces lo he visto por aquí, me preguntaba antes... si de pronto usted tenía alguna relación con la iglesia de Lourdes.
-Que curioso, yo que pensaba que ya a nadie le importaba mi vida. Pero sabe qué joven, yo ya
estoy muy viejo para estar discutiendo estas tonterías.
-¡Epa... ey... oiga! pero ¿por qué tan reacio? yo sólo le hacía una pregunta.
-¿si? ya se me olvido, que pena usted entenderá, la vejez. ¿Qué me dijo?
-Que si no le parece que la fotografía le roba energía a las personas, lo que pasa es que no es la primera vez que lo veo a usted por acá tomando fotos como a escondidas.
-¿A escondidas? dice usted, se equivoca. Es muy sencillo, no quiero estropiar la naturalidad de la vida diaria, suficiente he estropiado otras vidas.
-aja.
-¿aja?
-Si, no me ha respondido la pregunta.
-¿cuál?
-Lo que le dije de las energías.
- ¡Ah si! de verdad, que pena es que mi memoria y centro de atención están como fallando no. Usted para qué quiere saber eso, ¿le interesa? además, usted no sabe quién soy yo, que le va a importar mi opinión.
-Si, tiene razón anciano. Me importa un carajo su opinión. Yo también soy fotógrafo, pero no me creo el mejor de todos, al contrario suyo.
-Yo no me creo el mejor, yo soy el mejor de todos... o lo fui. ¡Mierda! Uno se vuelve viejo y no es nada más que un estorbo. Chino, la fotografía me llevó a mi tan lejos que usted no se alcanza a imaginar, todo lo que logré gracias a ella... bueno también perdí mucho, pero, gocé más lo que gané que lo que lloré por lo que perdí.
-Sabrá Dios de lo que me habla, pero yo no veo a ese "mejor de todos" reflejado en usted.
-Es su opinión y hay no me puedo meter.
-Claro, pero es que en realidad nunca respondió mi duda anciano.
-¿La de las energías?
-Exacto.
-Pues ya se me hizo tarde, pero le propongo algo.
-¿Qué?
-¿Usted cree que es mejor fotógrafo que yo?
-No se, yo diría que sí, no le encuentro mucha magia a la iglesia de Lourdes, será por mi edad.
-Muy bien, que le parece si... usted va a mi casa que queda en la 64 con 13, en el segundo piso de una casa con barrotes rojos y blancos y lleva la mejor fotografía que pueda tener.
-¿Sólo una?
-Si, solamente una y yo elijo la mía y hay decidiremos quien es mejor fotógrafo. Por ahora lo dejo porque me tengo que ir. Hasta luego joven.
-Señor, que le vaya bien. Espero que no se vaya a ofender cuando se de cuenta de mi nivel.
-Esta bien, hasta luego.
-Adios.

-¡Oiga! Respecto a lo de las energías... le podría asegurar que gaste más discutiendo con usted, que tomando mis fotos.