viernes, 17 de septiembre de 2010

Un reto muy difícil de rechazar

Bernardo, así se llama el joven de la plaza. Al siguiente día se encontraba en frente de la casa de José Ignacio, llevó su computador portátil en el que traía todas sus fotos, tocó la puerta y José le abrió.

-Bien pueda siga, joven-
-Gracias-
-No me esperaba verlo tan rápido por acá-
-Ya ve, en mi pc tengo muchas de mis mejores fotos-Pronunció Bernardo mientras abría su portátil.
-No se moleste... emmm-
-Bernardo-
-Bernardo, no se moleste, déjeme yo le muestro primero mi fotografía-
-Esta bien-

José Ignacio abrió un cajón de su escritorio y saco una foto muy empolvada y vieja. Le dijo al joven, mientras algunos niños pertenecientes a la burguesía nacional estaban en el jardín infantil, jugando con los muñecos que les traía el niño Dios, yo me encontraba jugando a las escondidas, me escondía de la muerte, de los guerrilleros que le apuntaban con sus armas a la gente de mi pueblo. Mi infancia estuvo marcada por una de las épocas más trágicas de este país, un tiempo en el que se respiraba plomo, dolor, muertes y sufrimiento. Por eso estuve en el ejército, porque quería de alguna forma vengarme de todos esos malditos, que me alejaron de mi tierrita y mataron a mi padre.

Después de mucho tiempo, me pude dar cuenta que la solución no era darles de su propia medicina. Durante mucho tiempo estuve intentando convertirme en periodista, quería ser uno de esos que denuncia todo tipo de atrocidades, que se meten hasta en los más recónditos y selváticos lugares, todo para que las personas del común, la opinión pública sepa lo que pasa con la violencia. Por ese paso, fui fotógrafo de deportes y me empezó a gustar el fútbol gracias a esta bella labor.


Gracias a la fotografía pude seguir escalando y nunca perdí mi norte, hasta que empecé a ver demasiados billetes, que lastima no haber llegado a donde quería, pero la avaricia me cegó y cuando lo deseaba enmendar, era muy tarde y mas bien me fue como mal. Lo peor que pude haber hecho fue meterme con esos bastardos, los políticos no se cansan de robar al pueblo y por tapar sus fechorías, son capaces de pasar por encima de quien sea, así se justifique arrebatar la vida de un inocente.

Por eso te digo muchacho, un buen fotógrafo no es el que hace una foto con velocidad baja o alta, el que usa bien la luz, el que hace una muy buena fotografía o el que la encuadra bien. Un buen fotógrafo es el que se sabe ubicar en el momento exacto de la escena, un buen fotógrafo es el que toma una fotografía y nunca volverá a ser igual y sobre todo es el que con sus fotos transmite exactamente lo que se le estaba pasando por la cabeza cuando tomó la fotografía.

Esta es una foto de una víctima de la violencia, está fea y desgastada. Yo no soy de los que coleccionan las fotos. Pero más allá de eso, es una foto que tomé cuando era niño y en ella se puede ver el temor que tenía de morir y ese temor superó todos la escases de conceptos fotográficos que tenía en ese momento.

Bernardo quedó congelado con lo que le había contado José Ignacio, sin embargo, el no se resignaba a ser tan malo. Así que le propuso un trato, los dos debían emprender un viaje por separado y vivir una aventura que se pudiera registrar por medio de una fotografía. José pensaba que el estaba muy viejo para ese tipo de proposiciones, así fueran muy tentadoras, pero cambió de decisión al ver que Bernardo tenía una placa militar que colgaba sobre su cuello. En un mes se encontrarían de nuevo en Bogotá para decidir de quién es la mejor fotografía. El marcador iba 1-0, a favor de José Santa Fe.

1 comentarios:

azulquitapenas dijo...

Por eso los indígenas dudan mucho ante un buen fotógrafo, porque creen que les pueden capturar el alma, ése es un buen fotógrafo. ¿A quién se terminó vendiendo este hombre?

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