martes, 2 de noviembre de 2010

Un extenso viaje, un extenso anhelo... Edna y "el Gringo"

Dos segundos fueron suficientes para tomar mi decisión, después de haber visto la placa que tenía Bernardo me acorde de todo lo que viví en el ejercito. A pesar que estoy muy viejo, creo que emprender un viaje en estos momentos de mi vida, rompería la monotonía por la que estoy atravesando.

José Ignacio quedó muy intrigado después que Bernardo lo retó, hace mucho tiempo que José no hacía reportería. La última vez que lo intentó fue en Argentina y se llevó una gran desilusión, José se sentía muy confundido, prendió el televisor y vio a Carolina Montealegre, una presentadora veterana que se encontraba en Cali, cubriendo un evento de moda en la capital del Valle. Una mujer por la que José delira y estaría dispuesto a dar su vida por ella-¡mamasita!-exclamó José Ignacio. Haberla visto en televisión fue un impulso para José, a partir de ese momento decidió emprender su viaje hacia Cali.

Dos días en la sucursal del cielo y nada que decir. Una ciudad muy aburrida, una ciudad muy diferente a la que se pinta en televisión y los medios. José estaba muy cansado de tanto caminar y de no encontrar nada interesante. Se encontraba caminando cerca del hotel Torre de Cali, de un momento a otro vio una casa de dos pisos, color verde y con cenefas blancas, alzó la mirada y observó un pequeño aviso "Eventos", -un sitio tal vez de dudosa reputación-pensó José Ignacio. Sin embargo, estaba muy cansado y podría encontrar una historia interesante en ese lugar, una camioneta con los vidrios polarizados llegó al lugar, el vidrio del pasajero bajó repentinamente y José vio la cara de Carolina Montealegre, ¿Qué hacia ella en ese lugar? Eso no importó, la tenía demasiado cerca y José no iba a desperdiciar esta oportunidad, tal vez fuese un delirio, tal vez no, sin embargo todo el viaje que había emprendido José Ignacio fue por presentimientos. José entró en el lugar, en la entrada de luz roja, un hombre negro de seguridad miró muy extraño a José Ignacio, pero el siguió. Todos miraban a José como un bicho raro, no erar normal ver a un viejo en un lugar como este. Superficialmente, José era visto como un viejo verde más de los que hay en esta ciudad, pero en el fondo Josñe Ignacio tenía una historia a desarrollar, una historia que el mismo debía terminar y tal vez una mujer que volver a ver, una mujer que desde hace mucho tiempo añoraba volver a ver.

Había mujeres por todo lado, de toda clase, negras, mulatas, blancas, pelirojas, altas, bajitas, sin ropa, con poca ropa, bailando alrededor de una mesas. En una mesa en particular se encontraba una mujer idéntica a Carolina en su juventud. José sintió que era joven de nuevo, se levantó de su mesa y fue a tocar a la mujer. Posó su mano sobre el hombro de la mujer.

-¿Carolina?-
-¿Perdón?-

Repentinamente todo se derrumbó, aquella mujer no se parecía en nada a Carolina de frente. José empezó a sospechar de su mentalidad.

-Discúlpeme, la confundí con alguien-
-¡Ja! Mira este cucho verde, yo no soy puta si es lo que quiere saber, mucho gusto me llamo Edna-
-José Ignacio, que pena con usted... no me in-
-No se preocupe, no es el primero-Interrumpió a José Ignacio-¿Quiere sentarse con nosotros?-

Edna se encontraba con sólo hombres y ellos no vieron problema en que un viejito se sentara con ellos. Edna era una mujer muy coqueta con todos, pero sólo bailaba con un tipo, Samuel. Bailaron reggeaton, bachata, salsa, tal vez no eran pareja; pero había un deseo incontrolable entre ellos dos.

Unos minutos después los jóvenes se estaban llendo y lo invitaron. Iban a donde "el Gringo", José no sabia porque aceptó ir a dar una vuelta con ellos, pero sentía que todas las veces que veía a Carolina eran juegos de su mente.

Los hombres no tenía ni la más mínima idea de para dónde iban, la única que sabía con certeza a dónde se dirigían era Edna, todas las indicaciones las daba ella y por supuesto José no se encontraba perdido. Llegaron a un parque oscuro en el que habían otros carros alrededor, apagaron las luces.

-Men, ¿dónde anda el gringo?- Le preguntó Edna a unos hombres que estaban debajo de un árbol.
Ellos guardaron silencio durante un momento, después uno de ellos se levantó y chifló.
-¡Hey Chaval, llamate al gringo!-
-Que vengan pa' ca- Repondió el Chaval gritando.

Edna le dijo a ellos que la acompañaran, iban a dejar a José sólo en el carro, pero Samuel les dijo que prefería quedarse y no dejar al cucho en el carro. José Ignacio sentía mucha intriga, él sabía que era lo que estos jóvenes iban a hacer, pero por fin pasaba algo fuera de la rumba en esta ciudad. Empezó a preguntarle cosas a Samuel, la ubicación del parque, él sabía que este iba a ser un punto estratégico para encontrar alguna historia para el reto con Bernardo. Samuel fue soltando poco a poco con el viejo. Hay un espacio de silencio mientras Edna está en el parque con los demás.


Samuel y ¿ por qué no vas con ellos?-le pregunta José Ignacio -yo me puedo quedar aca en el carro sólo-
-no, fresco-responde Samuel
-¿o es que acaso no le agrada lo que ellos estan haciendo?
-pues, la verdad... nunca he estado metido en esos cuentos... y prefiero esperar aqui-
-pero de todas formas estabas en eventos, ir a un lugar como este dice mucho de una persona ¿ le parece?
-jajajaja tal vez si, pero aunque no lo crea, es la primera vez que voy allá, Edna me llevó-
-y ¿dónde la cociste a ella?-
-en una discoteca, a la que si voy mucho-
-entiendo, pero ¿ella es su novia ?, porque en la forma que bailaban se ve mucha química-
-no, de hecho esta es la segunda vez que salgo con ella, pero ella tiene algo...
-pero... ¿no le interesa nada serio con Edna?-
-la verdad... no, acabo de salir de una relación y espero recuperar a la mujer que perdí, pero es bastante complicado y Edna al menos me alegra el día-
-cuidado... emmm ¿cómo es que es su nombre?-
-Samuel-
-Samuel... cuidado que hacer esas cosas despechado es un arma de doble filo, o es que usted quiere olvidar completamente esta mujer-
-no... pero no se que más hacer. si me quedo en mi casa sólo, me enloquezco--Samuel... yo no lo conozco mucho, permítame decirle que la naturaleza del hombre es sexual... pero hay una mejor sensación y es cuando un hombre conoce a la mujer que le brinda todo su amor... usted cree q Edna es una mujer que usted pueda amar-
-pues normalmente diria que no, pero teniendo en cuenta la posicion en que me encuentro no se...tal vez si sea verdad que "un clavo saca otro clavo"-
-Samuel usted no me ha preguntado... pero ¿usted cree que a mi edad yo no he experimentado ese tipo de sensaciones?, claro que si y le digo una cosa... dejar ir a la mujer que yo ame es el peor error que pude haber cometido, de ella sólo tengo unas fotos como recuerdo y mi mente anhela cada día volver a sentir su piel, ver sus ojos y besar sus labios-
-yo se lo que es eso, en este momento siento lo mismo que usted, y a veces hasta me asusta eso, a veces creo que me estoy volviendo loco-
-sabe que es lo que más me da remordimiento...
-¿qué?-
-que vivir tanto años con esa locura que usted está entiendo es horrible-
-me permite darle un consejo...
-claro...-
-no deje a la mujer q ame por esos momentos de placer, porque el amor da más placer y para toda la vida-
-si, usted tiene razon...
-como hombre que soy le puedo asegurar que Edna es una mujer hermosa pero tal vez no es la mujer para usted.


Después de un rato, volvieron los demás. Trajeron tres baretos, ademas de los que se habían fumado por allá.

-¿Por qué se demoraron tanto?-Preguntó Samuel.
-Tranquilo mi amor que aquí está lo suyo- Le respondió Edna, sirviendo una copa de aguardiente en su boca y poniéndola sobre la de él.

Cerraron las ventanas, prendieron la marihuana y se tomaron todo el licor que había, una botella de aguardiente, doce latas de cerveza y dos cajas de vino. Al otro día, en la casa de Edna, se despertó José Ignacio y lo único que deseaba era no haber tomado tanto, él ya no estaba para estos trotes. Sin embargo, le había gustado la experiencia. No se hallaba en el lugar que estaba, abrió una puerta, vio la cara de Edna y pensó en que el hombre con el que ella estaba acostada sería Samuel, pero no fue así ella estaba junto a Augusto, otro de los hombres de la noche anterior.

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